Somos el mañana de los pueblos

MANIFIESTO DEL GRUPO DE TRABAJO DE DESARROLLO LOCAL DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE GEOGRAFÍA (GTDL-AGE) EN APOYO A LOS JÓVENES DEL MEDIO RURAL (31 de marzo 2022)

EL DESARROLLO LOCAL COMO UN MODELO PARA EL FAVORECIMIENTO DEL PROGRESO SOCIAL, EL BENEFICIO ECONÓMICO Y LA MEJORA TERRITORIAL FRENTE AL RETO DEMOGRÁFICO

Primeras Jornadas de Campo GTDL-AGE, Salamanca, 25-26 de marzo 2022

 

“Todo lo que contiene nuestro territorio, nuestro medio rural, no puede encerrarse en un libro. Sería insensato intentar abarcar todo el campo con papel. Nuestro campo, sus habitantes y sus elementos, son un patrimonio infinito. No quiero que esto sea un manual de instrucciones para que nuestro campo no se muera, para que nuestros pueblos no desaparezcan. No quiero y no puedo y no creo que sea mi cometido. Podría escribir listados, manuales, causas, consecuencias. Podría hablar en profundidad de la despoblación, del abandono de la tierra, de los diferentes modelos de producción, de pastores y animales, de cañadas y veredas, de multitud de historias y semillas que hacen que haya llegado hasta aquí.
Pero ese no es mi cometido.
Yo soy una simple veterinaria de campo que trabaja todos los días en el medio rural. No soy experta en despoblación, no soy socióloga, – no soy geógrafa- no soy política, no soy especialista, no soy ganadera, no soy agricultora, no soy pastora, no soy investigadora, no soy.
Nadie por sí solo tiene la solución para nada. Nos necesitamos los unos a los otros para cuestionarnos, para cambiar nuestros modelos de consumo, nuestras formas de mirar, para querer conservar y no abandonar, para arrimar el hombro y no dar la espalda. Entre todos tenemos que tender la mano. Es nuestra tarea hacer posible un futuro sostenible y verde en nuestros pueblos. Es en los márgenes donde se encuentra el cambio, donde hay un mañana, donde otra forma de vida es posible. Y yo no quiero que ellos queden sólo en mi memoria”.


María Sánchez (2019). Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural. Seix Barral

Las palabras de María Sánchez encuentran sentido y coherencia al volver la mirada hacia el mundo rural en la actualidad y abordar su análisis, sobre todo en relación a generaciones que se marcharon muy jóvenes y luego ya no volvieron. La despoblación es la pérdida de efectivos demográficos. Es un proceso cuantitativo que se mide estadísticamente. Por otra parte, el despoblamiento es un fenómeno cualitativo que implica una dimensión espacial y territorial, y provoca el abandono de un núcleo poblado. Así, puede haber pueblos que se están despoblando, pero no hay despoblamiento, que implica abandono. Por tanto, la «España Vaciada» o «España vacía», haría más referencia a esta segunda acepción, y fue un término acuñado por Sergio Del Molino en su ensayo de 2016 La España vacía. Viaje por una España que nunca fue, y que se ha aplicado, de forma generalizada, a esa España de interior, rural y “profunda”, con graves problemas de despoblación y despoblamiento.
Estos procesos, sus causas y consecuencias han sido estudiados y analizados por el colectivo, docente y profesional de la Geografía Española. Así, la Asociación Española de Geografía (AGE), el 13 de diciembre de 2018 presentaba en Valladolid el manifiesto “Abordar el reto demográfico, hacer frente a la despoblación”². Un documento de reflexión y debate con el fin de dar voz y visibilidad al problema, mostrar la solidaridad con los habitantes resilientes de estos espacios rurales, plantear algunas alternativas y reclamar con firmeza “un buen gobierno del territorio” a los responsables políticos. Como resultado, también se han propuesto medidas y estrategias (vg. “Estrategia AVANT 20/30. PLESVANT”)³.
Venimos de un momento crítico, e intentamos avanzar en plena crisis, y no sólo para el mundo rural. La despoblación es uno de los problemas que nos acucian y por ello también la hemos abordado en las primeras Jornadas de Campo del GTDL-AGE. Sirva este documento, trabajado y anunciado en las citadas jornadas, como un manifiesto más, desde el colectivo geográfico que viene a sumarse al apoyo y visibilidad de iniciativas y acciones, que se vienen desarrollando por parte de las administraciones públicas, instancias políticas, perfiles profesionales y técnicos, universidades, asociaciones, colectivos, así como la ciudadanía en su conjunto.
Los medios de comunicación, con uno u otro enfoque, han popularizado y visibilizado el problema de la despoblación, a partir de los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que ponen en evidencia “el invierno demográfico” del interior español. Ello como consecuencia del retroceso generalizado del número de empadronados, el declive del crecimiento natural, el galopante envejecimiento derivado del desequilibrio de la estructura por sexo y edad, la debilidad de la densidad demográfica que llega a extremos de “desertización humana” y la dispersión de las minúsculas entidades locales en un panorama de atomización municipal. A todo ello, además hay que añadir, un índice de dependencia elevado, hecho que compromete la generación soporte ya que viene dada por el índice coyuntural de la fecundidad (nº de hijos por mujer), agravada por una tasa migratoria negativa, y un elevado índice de masculinidad del medio rural.
Estos retos demográficos no tienen una solución fácil. Por los contextos diferenciados, por los procesos manifestados a lo largo del tiempo y por las alternativas sociales y económicas a implementar en los diversos territorios. Además de las normativas y de las subvenciones y ayudas económicas (la mayor de las veces finalistas), que están implementando los gobiernos autonómicos, hacen falta servicios (educativos y sanitarios), conectividad (5 G), accesibilidad (mejora de infraestructuras) y actividades que diversifiquen las bases económicas, para retener y atraer efectivos demográficos (sobre todo jóvenes). Se necesitan medidas transversales, no políticas “campanario”, que suenen y queden en un simple sermón o panfleto publicitario. También estaría la existencia de viviendas o medidas donde se aplique incentivos fiscales al emprendimiento y las empresas. Pero todo ello, debe participar de una visión muy transversal e integrada, superando «la deuda histórica», brecha y dialéctica acrecentada, entre campo-ciudad. Sin duda, se necesita de una estrategia donde campo-ciudad sea un continuo y en el que ambos espacios sean complementarios (productos de proximidad y ciclo corto, ocio, cultura, memoria colectiva, paisaje, sostenibilidad) y no antagónicos (productivo, denostado, colonizado, consumido y expoliado). Eso quizás requiera de planes y acciones estratégicas coordinadas y no competitivas, pasando de planificar a actuar; pedagógicas y no impuestas; territoriales y no territorializadas y muy sectoriales. Y además, lideradas por las administraciones (gobernanza multinivel), pero acompañados por el resto de stakeholders del territorio.
La despoblación hace que se pierdan oficios tradicionales como el pastoreo y otras prácticas como la trashumancia, el know-how, como el de los productos artesanales o las industrias agroalimentarias. Además, del mantenimiento de muchos paisajes antrópicos, como la arquitectura en piedra seca, en las zonas del Mediterráneo, o antropizados, como la dehesa en la España silícea… Sin duda, los espacios rurales, son lugares productivos (económica), pero como también manifestó hace unas décadas la Unión Europea a través del Observatorio LEADER, también tienen otras funciones como la ecológica (biodiversidad), residencial (acoge hábitat diferenciados de población), cohesión territorial, cultural y educativa/didáctica, y por último la recreativa. Por ello, hay que contemplar los espacios rurales, como espacios de oportunidad. Por ello es trascendental una estrategia participada, para favorecer políticas “Bottom Up” y no “Top Down”.
Parte de la solución a la despoblación y el despoblamiento debería pasar por el derecho de las comunidades a decidir e incidir sobre su futuro, teniendo los mismos derechos los habitantes rurales que los habitantes de la ciudad. Sin menoscabo de las condiciones y generando oportunidades, sobre todo para la gente joven, reforzando con acciones e inversiones, las buenas intenciones de las instituciones.

DECÁLOGO DE ACTUACIONES

  1. Garantizar los servicios públicos vinculados a la salud, la educación y la dependencia, entre otros, para cubrir las necesidades demandadas por la población local, mediante inversión e implementación de acciones supramunicipales (Diputaciones provinciales, comarcas, mancomunidades de servicios, consorcios, los grupos de acción local, los Pactos Territoriales por el Empleo, etc.), tienen que asumir los servicios según sus competencias y conseguir financiación para dotar de presupuesto y personal estas áreas. Quizás, el establecimiento de nodos comarcales, que articularan ciertos servicios en núcleos de población concretos, conectados con otras poblaciones, podría plantear una solución.
  2. Recuperar el patrimonio cultural material e inmaterial, la memoria y los testimonios de la población local, mediante colecciones antropológicas y etnográficas, en fonotecas, fototecas, depositadas en museos, ecomuseos o parques culturales. Para ello es imprescindible legislar, invertir y concienciar, generando soluciones adaptadas a las necesidades reales de cada territorio.
  3. Estimular el asentamiento de población, favoreciendo la migración voluntaria y permanente (nuevos pobladores), pendular y temporal a los núcleos rurales, desde los núcleos urbanos, como ha ocurrido por la baja incidencia de la COVID-19 en los primeros, mediante la generación de condiciones de habitabilidad, el acceso a la vivienda, la mejora de servicios y el fomento del teletrabajo.
  4. Incentivar el emprendimiento y asentamiento de empresas como oportunidad, mediante la mejora de la percepción del medio rural, los incentivos fiscales y reforma de normativas que rompan con la visión “urbanocéntrica” (con la que se promulgan y aplican leyes e impuestos) teniendo en cuenta sus peculiaridades, en favor de la integración de los espacios rurales (en el mercado y el tejido económico y en la toma de decisiones)
  5. Favorecer las condiciones para la diversificación económica en el medio rural generando actividades (primarias, secundarias y terciarias) vinculadas al territorio, que generen empleo y aprovechamiento de los recursos endógenos, evitando la concentración de actividades deslocalizadas y desarraigadas, al tiempo que se podría reforzar las “improntas territoriales” y diferenciadas a través del “place branding” en algunos territorios.
  6. Apostar por la recuperación de los oficios tradicionales vinculados al pastoreo, las actividades forestales, la artesanía y los productos locales. Esto se relaciona también con las razas autóctonas, los paisajes culturales y las producciones de alimentos de calidad y ecológicos, que pueden incentivar, y dotar de oportunidades, a la gente joven con la incorporación de efectivos demográficos a renovados nichos de mercado (yacimientos de empleo).
  7. Conseguir la conectividad digital y la accesibilidad (movilidad) de los territorios mediante la mejora de las infraestructuras (comunicación, transporte) y los servicios, fomentando la inversión y generando un cambio normativo, que repercuta en una mejora de la calidad de vida y la creación de ventajas competitivas en los espacios rurales para favorecer espacios de cocreativación (coworking)
  8. Implementar buenas prácticas de desarrollo local, aprendiendo de lo que se ha hecho ya, pero teniendo en cuenta los contextos rurales, no como recetas universales, sino como aprendizajes creativos y colaborativos, basados en el intercambio de experiencias que mejoren las propuestas. Para ello, habría que identificar iniciativas piloto demostrativas y transferibles. El trabajo comunitario y participativo sería notable (escuchar y consensuar antes de actuar).
  9. Favorecer a los colectivos desfavorecidos, y con un mayor riesgo de vulnerabilidad, especialmente mujeres y jóvenes, para que se conviertan en un motor de cambio y modernización del espacio rural, aportando nuevas ideas e iniciativas y asentando población. Para ello se podrían aplicar discriminaciones positivas en materia de empleo rural (vg. Disociación de género en tareas vinculadas exclusivamente a cuidados de personas mayores y dependientes).
  10. Apostar por la formación y capacitación de la población local, desde una perspectiva de las oportunidades que tienen los recursos locales y otras iniciativas que favorezcan la innovación y la sostenibilidad, aunque sean externas. La formación de efectivos en la ciudad debería redundar en el desarrollo rural, evitando la fuga de talento local bien formado, y el desarrollo perverso (flujo de rentas del espacio rural al urbano que nunca repercutirán en aquél), en los que la Formación Profesional Dual, la Formación Ocupacional, la Formación Continua y la Universitaria, orientadas a la solución de los problemas rurales, se convierten en esenciales. Seguir con el apoyo de las Universidades, y otras instancias, en el desarrollo de las prácticas preprofesionales de jóvenes en los medios rurales, así como con las actividades de las Cátedras Interuniversitarias contra la Despoblación (vg. AVANT-GVA) 4.

Desde el año 2017, se ha puesto en marcha la Estrategia Nacional para el Reto Demográfico, que ha tenido su continuidad en otros planes de diferentes comunidades autónomas. Han contribuido a la visibilización del problema periodistas y noticias que han puesto el foco en este problema secular. También ha contribuido a esa sensibilización otras obras literarias, aparecidos estos años, y películas como El Violín de piedra (Emilio Ruiz Barrachina, 2015), sobre el proceso de la demotanasia (la muerte lenta de los pueblos), o las producciones de jóvenes realizadoras catalanas como Verano 1993 (Carla Simón, 2017) u Ojos Negros (Marta Lallana, 2019), entre otros (5).

Sirva este manifiesto del GTDL-AGE, trabajado durante las primeras Jornadas de Campo 2022, para apoyar la “(re)vuelta” de nuestros jóvenes a sus pueblos, y sus reivindicaciones del próximo día 31, ante la sangría de efectivos demográficos y talento de la mal llamada “España Vaciada”, más llena de recursos, propuestas, medidas y oportunidades que nunca.

“En invierno a veces los chicos salían a dar clase a las eras porque hacía menos frío. Había, sin duda, un argumento ecológico en favor de esa opción, y cuando daban saltos para calentarse la educación física se transformaba en una disciplina transversal, como recomendaban algunos pedagogos avanzados. Pero ¿no es dedicar dinero a la educación invertir en el futuro? Aunque, bien mirado, si estudiaban lo más probable era que se marcharan del pueblo. ¿Un riesgo de hipotermia y un posible incremento del abandono escolar facilitarían que la población permaneciera arraigada en el territorio? ¡Dilemas democráticos!”